Crónica de noticias anunciadas: del Golpe Militar a los 40 años de Democracia, el triunfo y la asunción de Alfonsín
Relato en primera persona del día que la Junta Militar tomó el poder. Historias mínimas, anécdotas y curiosidades. El recorrido hasta el triunfo y asunción de Raúl Alfonsín. El sueño de forjar una Argentina con futuro.
Herrera Vegas, donde pasé mi infancia, es una localidad de la provincia de Buenos Aires, que pertenece al partido de Hipólito Irigoyen, donde la ciudad cabecera es Henderson. Está a casi 400 km de la Capital Federal, y a 30 km de Bolívar (donde nací), la otra ciudad más importante de la zona. Calles de tierra. 100 habitantes. Hoy tiene luz, pero hubo una época de faroles a gas y kerosene; luego las viviendas se iluminaron con un generador (“motor”), que se encendía a las 18 y se apagaba a las 24. Desde hace años, la energía eléctrica es normal.
El 24 de marzo de 1976, a la madrugada, escuchaba radio Colonia en una portátil a pilas. Gran compilado de éxitos musicales (muy populares) y noticias. Los tradicionales boletines y cortina musical. Su fuerte era la información de Argentina, más que las de Uruguay. (“Si querés saber algo, escuchá Colonia”) Y así, era común escuchar el encabezado: “Buenos Aires…..”. Y luego el desarrollo.
Todo queda grabado en la memoria. Tremendo.
Y justo el 24 de marzo de 2023, 47 años después, encontré un texto escrito por Juan Bautista Yofre, publicado en Infobae: “….en esos minutos, otro alto oficial se comunicó con los comandantes generales. Les pasó la contraseña: “La perdiz cayó en el lazo”. Mientras se desarrollaban estos sucesos, en la Casa Rosada se cortaban las comunicaciones y fue ocupada por tropas militares. El periodista Juan Rey Romo (que tenía 76 años), “Romito” para los amigos, el que nunca abandonaba su charuto, alcanzó a comunicarse con El Cronista Comercial. Gritó: “Escuche, óigame bien jefe, ¡Empezó el golpe!”. Alfredo Bufano, de La Prensa, más vivo, pasó la información a Noticias Argentinas por walkie-talkie. Cerca de la una de la madrugada, Rodolfo Baltiérrez, ex embajador y periodista de La Nación, lo llamó al canciller Raúl Quijano. ‘Escuche la radio, van a pasar comunicados militares’, advirtió.”
Y yo fui uno de esos miles de oyentes que con mis 11 años, así, me enteré por radio del Golpe Militar. El inolvidable locutor Ariel Delgado, dijo: “Hay más informaciones para este boletín”. Y luego… “Buenos Aires. Una Junta de Comandantes asumió esta madrugada el poder en Argentina. Tanques y tropas del ejército con pertrechos de guerra ocuparon el casco céntrico de la Capital Federal. Según trascendidos, la ex presidenta (Isabel Perón) era conducida a la presidencia de El Messidor sobre la cordillera de los Andes, en la patagónica provincia de Neuquén, a 1700 kilómetros de Buenos Aires.”
Esa madrugada, mi mamá Teresa dormía, al igual que mis hermanos Zulma y Silvio. Mi papá Hugo, en Henderson. Había ido a jugar un partido de fútbol nocturno, donde también jugaba Hugo Caniggia, el padre de Claudio, “El Pájaro”. Mi papá jugaba de 8 y el otro Hugo, de 9. Ambos eran cracks. Parece deporte en el recuerdo, pero también es la vida en el recuerdo.
A todo esto, yo estaba despierto, iluminado con una lámpara de kerosene, luz amarilla. ¿Qué hacía levantado? Cosía el número 7, de color blanco, sobre una remera roja o “colorada”, simil a la camiseta alternativa de Huracán. Yo creía que era como la del Globito. Soy hincha de Boca, pero mi ídolo era René Houseman. Para mí fue como el Maradona o Messi de aquellos años. Cuando jugaba con mi hermano Silvio en el campito, lleno de matas, lo imitaba: lo hacía con las medias bajas y simulaba las vendas con hojas de papel canson blanco recortadas. Quería que se vieran “iguales”, como las fotos que salían en El Gráfico. Sólo “cuando yo era René”, no usaba “La Biblia del fútbol”, como canilleras.
A esa edad era canillita. Vendía en el bar de la familia Ferriols, en Herrera Vegas, frente a la plaza, el diario La Mañana de Bolívar y las revistas que con mi papá íbamos a buscar a Casa Mazzuca (de la familia del conductor Guillermo Mazzuca) . Llevábamos GENTE, El Gráfico, Goles, Para Ti, Chacra, Nocturno, Billiken, Anteojito y Así (en sus tres colores: negro, verde y marrón). Los clientes, que en su mayoría trabajaban en el campo, ya las habían reservado. Antes también se aprendía a leer leyendo revistas. Y en el caso de GENTE, me acuerdo como si fuera hoy, cuando vi la tapa del Golpe: tanques en la vereda de Casa de Gobierno. Sin televisión, además de la radio, el diario y la revista eran las fuentes de información.
Es importante tomar la magnitud de lo que eso significaba. La imagen del nuevo poder, un símbolo que marcó al país para siempre.
El día después de mi ingreso en la revista GENTE, el jueves 16 de diciembre de 1982, se realizó la marcha multipartidaria en Plaza de Mayo.
Fue multitudinaria. Y fue un día también de violencia y muerte. En la “isla” de cemento frente al Cabildo, en Bolívar e Hipólito Yrigoyen, cayó asesinado Dalmiro Flores. Al trabajador de la UOM de 28 años nunca pudieron hacer su velatorio en Salta. Todavía existía la dictadura.
En 1983, el camino a las elecciones fue vertiginoso. Los actos del PJ y la UCR se multiplicaron en todo el país. Hasta que llegamos al miércoles 26 y viernes 28 de octubre, los cierres de Raúl Alfonsín e Italo Argentino Luder, respectivamente. El peronismo nunca olvida cuando Herminio Iglesias prendió fuego un cajón. El Obelisco desbordado, como nunca. Más de un millón de personas cada uno. Fueron dos actos inolvidables. Tan inolvidable como subir los peldaños de la escalera del Obelisco para llegar a la punta. Desde ahí, el fotógrafo (y mucho más: artista visual) Claudio Divella sacó, las históricas fotos de los dos pueblos apoyando a sus candidatos. Fue arte, es historia. Esas imágenes todavía emocionan.
Y llegó el día. Domingo 30 de octubre de 1983.
El país votaba. Domingo de sol pleno. Alegría. Los nombres de los famosos del momento fueron foto y testimonios: Bernardo Neustadt, Graciela Borges, Ernesto Sábato, Adriana Brodsky, Hugo Gatti, Mirta Legrand, Daniel Tinayre, Carlos Bilardo, Osvaldo Terranova, Saúl Ubaldini, Carlos Reutemann, Juan Manuel Fangio, Mario Sapag, Ubaldo Matildo Fillol, entre otros. El voto del Proceso: Leopoldo Galtieri, Reynaldo Bignone, Jorge Rafael Videla, José Martínez de Hoz; y el voto político: Fernando de la Rúa, Oscar Allende, Alvaro Alsogaray, Alejandro Armendáriz, Victor Martínez y Herminio Iglesias.
Los que votaban por primera vez y los que soñaban con un país mejor.
Adrián van der Horst, el periodista de GENTE que vivió paso a paso esa jornada épica para la democracia junto al candidato y luego presidente, le preguntó a Alfonsín:
– Don Raúl, ¿se acaba la dictadura para siempre?
– Sí, se acaba. Hoy arranca una Argentina distinta.
Eran las 9 de la mañana. En Chascomús, la ciudad natal, su casa en la calle Lastra 228 fue un desfile de amigos y correligionarios. Expectativa porque Alfonsín iba a votar, después de siete años de dictadura.
Un Ford Falcon amarillo lo llevó hasta la Escuela Municipal Numero 1 de Chascomús. Llegó a las 9.35. Lo recibieron con un “¡Se siente, se siente, Raul es presidente!” Casi 40 reporteros gráficos, 20 cronistas y 9 canales de televisión. Estuvo sólo 45 segundos en el cuarto oscuro. Votó Alfonsin.
Luego viajó a San Isidro, a la casa de su amigo Alfredo Odorisio, en la calle Cura Allievi 55, con su esposa María Lorenza Barreneche. Hubo un asado sólo con los allegados. Margarita Ronco, su secretaria privada, supervisó todo. El futuro presidente comió un asado de tira a la parrilla, una ensalada mixta, tomó un vaso de vino y, de postre, un helado. Siesta. Alrededor de las 17 ya tenía la información de las principales mesas electorales. Después del cierre de los comicios se lo vio caminar por los jardines. Llegaron sus hijos Raúl, Ricardo, Javier, Marcela, María e Inés (viajó desde Oklahoma para acompañarlo). También estaban su médico, José “Pepe” Astigueta; el candidato a vicepresidente, Victor Martinez; el actor Luis Brandoni y su esposa Marta Bianchi; David Ratto, el inolvidable publicista que dirigió la campaña; el economista Roque Carranza; Aldo Neri, futuro ministro de Salud Pública; Conrado Storani, Germán López, y el periodista, productor y gran amigo, Eduardo Metzger, y quien luego fuera su vocero, José Ignacio López.
Alfredo Odorisio había ofrecido su quinta para esperar el resultado. Luego se transformó en el búnker para el armado del primer gobierno demcocrático (¡si habremos hecho guardias periodísticas durante días, “rotando” los cronistas, fotógrafos y remises!). Durante todo el domingo, 10 empleadas atendieron a los invitados. Se bebieron más de 100 litros de gaseosas, 30 litros de vino, algunas botellas de whisky, 200 empanadas de came y vitel toné.
En uno de los dormitorios Alfonsín y los más allegados siguieron por televisión los resultados, mientras el Comité Nacional de la calle Alsina y Entre Ríos, en la Capital Federal, se colmaba de radicales.
En el país ya se vibraba el triunfo. Se conocían los datos de las provincias. Boinas blancas, pancartas y carteles desbordaban.
Pasadas las 23, Alfonsín ya se sentía ganador. El escrutinio final fue contundente: 52% (7.6659.530 de votos) contra el 40% de Lúder (5.936.556 de votos).
Euforia, abrazos, lágrimas, saltos, gritos. Alfonsín presidente.
En el jardín de la quinta dio las primeras declaraciones.
– Doctor, ¿cuál sería el mensaje que usted le daría a sus adversarios políticos?
– Que procuremos entre todos afianzar la democracia que se inicia levantando las banderas de la unión nacional colaborando en la forma que lo deseen porque necesitamos de todos los argentinos para superar nuestros problemas
– ¿Usted va a dar cabida a otras fuerzas políticas para que colaboren en la gestión de gobierno?
– Lo he dicho siempre, también en la propia interna radical para que ningún correligionario se pueda sentir sorprendido: nosotros anhelamos formar un gobierno de unión nacional.
Domingo 30 de octubre de 1983. Ganó Alfonsín. Esperanza. Se imaginaba un nuevo país.
La UCR le ganó al PJ, el radicalismo al peronismo. Vi abrazarse a militantes de ambos partidos. Festejaban el triunfo de la democracia. Comenzaba oficialmente el adiós de la dictadura.
A 40 años de aquel triunfo de Alfonsín, es apasionante volver a leer algunas de las opiniones, declaraciones, definiciones, que se publicaron en las diversas notas y columnas en aquella edición histórica de GENTE (N° 954, del 3 de noviembre de 1983).
Juan José Sebreli, “Por qué perdió el peronismo”: “El 30 de octubre la sociedad argentina parece haber logrado romper el círculo infernal en que se debatía desde hace casi cuarenta años: toda apertura política que surgía como consecuencia del derrumbe de una dictadura militar llevaba al poder a un movimiento autoritario, también vinculado con el ejército, pero además apoyado por las masas populares, lo que lo volvía más contradictorio y confuso. Parecía un dilema trágico tratar de democratizar un país que desde hace décadas es esencialmente antidemocrático, ya que no se puede modificar la estructura política autoritaria sin cambiar la estructura de una sociedad civil básicamente autoritaria, pero a la vez no se puede cambiar esta sin modificar aquélla. Pero el dilema no es trágico, es decir sin solución. La crisis argentina no es una ley inexorable y fatal ajena a los hombres que la componen sino el resultado de la acción equivocada de estos mismos hombres, de los dirigentes y los dirigidos, que se vuelven víctimas de su propia obra. (…) También otra conclusión positiva de las elecciones: a quienes acusan a Alfonsín de haber resucitado la antinomia entre peronismo y antiperonismo, debemos recordarles que una sociedad democrática no es unánime y sin oposición – como lo eran la del 73 o la de abril del 82 – sino una sociedad dividida, plural, donde la oposición, la crítica y la lucha política constituyen su razón de ser.”
Rolando Hanglin, El voto inteligente: “Me lo dijo hace diez días un político peronista: ‘Eso de que Luder tira más que Herminio, o que Alsogaray puede andar bien en la Capital pero mal en la provincia, o que Alfonsin puede perder la provincia por elegir a Armendáriz en lugar de Tróccoli, son todas macanas. La gente no corta la boleta. Yo he sido fiscal de mesa muchas veces, jovencito, y le digo cómo son las cosas: el hombre de pueblo elige un partido y mete la lista entera. Andar cortando papelitos para hacer dibujos raros es cosa de intelectuales…’ (…) ¡Aleluya, señores! ¡Estamos hablando de ra-zo-na-mien-tos! Y seguiremos razonando, porque vamos a votar de nuevo de aquí a dos años, y otra vez, y otra vez, y así por siempre jamás. Ha desaparecido un viejo arquetipo nacional: ese ciudadano indolente y flojo que elegía un presidente y metía todas las boletas de su ídolo aunque los acompañantes del “hombre” fueran una corte de incapaces y delincuentes. De hoy en más, los partidos políticos tendrán que esmerarse para presentar candidatos perfectos, hombres ideales para cargos adecuados. La gente ya no vota cualquier cosa. Escucha la radio, lee los diarios y usa tijera. Toda una revolución.”
Marco Denevi, Desde el mirador de Marco Denevi: “En la Argentina, desde 1946, las elecciones las ganaba siempre el peronismo, pero no como partido con una razonable coherencia ideológica sino como movimiento pluri político consolidado alrededor de la figura de Perón, y siempre las perdían los partidos, fieles a sus ideologías, a sus principios, sobre todo el radicalismo, orgulloso de su pureza química. (…) Lo primero que salta a la vista: la ciudadanía optó entre el peronismo y Alfonsín. No digo entre dos partidos o entre dos candidatos sino entre un movimiento y un hombre. Con la consecuencia de que el movimiento perdió y el hombre ganó (como lo prueba el hecho de que, ahí donde no se jugaba el triunfo personal de Alfonsín, por ejemplo en la elección de gobernadores, los sufragios en favor de sus correligionarios hayan disminuido, y, en no pocas provincias, perdido la elección. (…) Aún reducidos a la sola solidaridad partidaria, forman un partido poderoso. Justamente, nada es más útil a la democracia que un partido poderoso en el papel de opositor. Acaso por no haberlo tenido, el peronismo en el gobierno cometió tantas equivocaciones. Ahora pensemos todos en la pobre Argentina, moribunda, necesitada menos de medicinas que de amor.”
Herminio Iglesias, candidato a gobernador de Buenos Aires: “Mejor que Alfonsín cumpla todo lo que prometió… es una advertencia. (…) Yo no voy a felicitar a un señor como Alfonsin que dijo que soy un patotero y un ladrón. Yo no felicito a nadie. Que Dios los ayude.”
Horacio de Dios, La cascada: Raúl Alfonsín: “¿Qué pasó que la gente está contenta, no hay caras de miedo en la calle, baja el dólar paralelo, sube la Bolsa, los estudiantes bailan en el Obelisco, los que perdieron aceptan el resultado, los chicos se sonríen desde su infancia preelectoral tarareando el nombre del presidente electo o imitando su saludo? Por supuesto que ahora es fácil explicarlo. Como dice Perogrullo y me lo recordó Marco Denevi: ‘No hay nada más difícil de predecir que el futuro’ (sonrisas). Pero Raúl Alfonsín no se convirtió por casualidad en una cascada que todo lo empapó a su paso, rompiendo los esquemas, creciendo como una bola de nieve desde la Antártida a Salta. Hace diez años apenas era un hilito de agua que corría dentro del menguado caudal del radicalismo. (…) La pantalla chica es una lupa multiplicadora del acierto y del error. Lo más importante del ‘carisma’ de Alfonsín es lo que la gente ha puesto en él: confianza sin pedirle milagros y plena vigencia de las instituciones. ‘Sólo son libres los pueblos esclavos de la ley’, explicó Fray Mamerto Esquiú, el orador de la Constitución en 1853. Raúl Alfonsín es el presidente de todos los argentinos y no sólo de sus votantes y todos los habitantes, incluso los que no lo votaron tienen que reconocerlo como su presidente. Es así de fácil.”
Carlos Menem, gobernador elector de La Rioja: “Herminio (Iglesias) no puede usar una tribuna política para insultar a un adversario. ¿Cómo le va a decir mal nacido a Alfonsín? Obligó a que la madre de Alfonsín saliera a perdonarlo. Esas cosas, al pueblo, le llegan mucho. (…) Lorenzo Miguel se equivocó. Sería desleal no señalárselo. Copó la conducción del movimiento, la UOM, las 62. Es demasiado. Si no cambia totalmente, va a seguir teniendo problemas con las bases. (…) Luder no tuvo la fuerza necesaria. Es un gran académico, pero no habló con énfasis de independencia económica, justicia social, soberanía política. A veces pienso que las ideas peronistas las defienden mejor Alende o Abelardo Ramos.”
Después de los festejos, las palabras y los análisis, el pueblo ya esperaba la asunción.
El destino existe. Casi ocho años después del Golpe Militar, el 10 de diciembre de 1983, me tocó estar en Casa de Gobierno. No estaban los tanques, como los había visto en aquella tapa de GENTE.
Que quede claro: no era como es ahora. Había peatones y se podía caminar por Balcarce. Desde hace años, vallas y rejas que van y vienen. Todo cambió.
Aquel día que Raúl Alfonsín asumió como presidente, fui con el fotógrafo Antonio Legarreta, uno de los más grandes que tuvo Editorial Atlántida, a Casa de Gobierno. Eran las ocho de la mañana. Sol. Sábado espléndido. Llevamos todos los diarios. La foto era simbólica: así se mostraba el regreso de la Democracia. Los apoyamos sobre el cordón de la vereda y la foto tuvo la perspectiva de la Casa Rosada de fondo. Recordarlo hoy, me parece un sueño.
Alfonsín revolucionó las calles. Después de la jura en el congreso, el recorrido en auto, descapotado, junto a la primera dama, María Lorenza Barreneche. Llegaron al Cabildo para el gran acto y discurso en el balcón. Estuve ahí abajo. Todos apretados sobre la calle Bolívar. Se respiraba Democracia. Y un dato no menor: estaba a metros de “la isla” de cemento donde hacía casi un año atrás habían matado a Dalmiro Flores. La vida nueva de un país y el recuerdo de la muerte, sólo a pasos de distancia.
En ese lugar, hoy no hay nada. Hace días salí de la confitería Pertutti, en Bolívar e Hipólito Yrigoyen, y pasé por ahí. Ni un recuerdo. Hubo una placa que descubrieron las Madres de Plaza de Mayo en 1985. ¿Fue arrasada? ¿Quién borró la memoria?
El 24 de marzo de 2023, el Cabildo fue otra vez protagonista. Multitudinaria marcha. Desde todos lados del país confluyeron en Plaza de Mayo. Escenario lateral, muchos discursos y banderas.
En el balcón del Cabildo esta vez estuvo el periodista Horacio Embón, que transmitió para la TV Pública.
Pasaron 47 años del Golpe y mientras transcurren los 40 años de Democracia, los recuerdos van y vienen.
Los que vivimos cada uno de esos momentos, los que sólo lo leyeron, los que se lo contaron, todos, unidos por un sólo sentimiento: “¡Viva la democracia!”
fuente: infobae.com
PorHugo Ferrer
(°) Hugo Ferrer es Director de Grupo Crónica. Periodista de amplia trayectoria en gráfica, radio y televisión. Trabajó en la revista GENTE, radio Mitre, Radio 10, Continental, Del Plata y Radio Show, fue Gerente de Noticias de Telefé y Director Periodístico de C5N.