Cuatro días de trabajo y tres de descanso: lo que se viene en el mundo laboral

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Especialmente en países europeos ya se aplica la semana reducida y en algunos hay proyectos para reducir la cantidad de horas de trabajo.

La posibilidad de reducir la semana laboral se empezó a discutir en muchos países a raíz de las nuevas formas de trabajo que trajo la pandemia, aunque varios países y decenas de empresas en todo el mundo ya lo venían experimentando.

El primer país en implementar directamente una jornada laboral reducida fue Islandia, tras una prueba de cuatro años (2015-2019) entre los empleados del sector público de la capital, Reikiavik.

Las 2.500 personas que trabajaron menos horas sin que se les reduzca el salario tuvieron menos estrés y agotamiento, mejoraron su salud y su equilibrio de vida y empleo sin disminuir la productividad y la recaudación del Estado.

Hoy, el 86% de los islandeses trabaja menos horas o puede solicitar el nuevo patrón horario, algo que los sindicatos ya están negociando.

El último país en adoptar una medida de similares características es Bélgica, donde esta semana se anunció un proyecto de reforma laboral que incluye la posibilidad de reducir la jornada laboral a cuatro días, con tres de descanso.

Sin embargo, el proyecto prevé que se trabaje durante menos días pero la misma cantidad de horas por el mismo salario. Es decir, el trabajador podrá elegir concentrar sus 40 horas semanales en cuatro días o podrá optar por un régimen semanal variable, trabajando más horas una semana y teniendo más tiempo libre a la siguiente.

El caso de España, uno de los primeros países en hablar de semana de cuatro días, es similar al de Islandia, porque a lo que se apunta es a reducir la cantidad de horas de trabajo en la semana.

«Trabajar 10 horas diarias para librar un día es un atentado a la conciliación y a la calidad de vida. Fueron por el camino contrario», indicó al respecto el diputado españo Íñigo Errejón, impulsor del proyecto.

En tanto, el gobierno español aportará 10 millones de euros a unas 200 empresas que participarán de la prueba para implantar, este año, la jornada laboral de 32 horas semanales o cuatro días. Se estima que alcanzará a entre 3.000 y 6.000 trabajadores.

Mientras los principales gremios apoyan la medida impulsada por Errejón subrayando que se trata de una «reivindicación histórica del movimiento sindical», las patronales españolas rechazan ese modelo de trabajo porque teme que “afecte la productividad”.

En Nueva Zelanda, la empresa Perpetual Guardian aprobó la semana laboral de cuatro días desde 2018 y Unilever lo hizo en 2021. En tanto, la primera ministra Jacinda Ardern prometió extenderlo a todo el territorio para fomentar el turismo interno y la economía.

En el Reino Unido está en marcha la iniciativa a través de 30 empresas que, si logran su cometido, podrían ayudar a que el Parlamento adopte por ley la semana laboral de 32 horas a nivel nacional.

Suecia, por su parte, probó reducir la jornada laboral en 2015 en varios centros de cuidados de ancianos, un sector al que le cuesta reclutar personal. Las 70 enfermeras que participaron de una prueba registraron menos licencia por enfermedad, mejores condiciones de salud y aumentaron la productividad.

En Japón, Microsoft es la primera en aplicar la jornada laboral de cuatro días y comprobó que los trabajadores mejoraron su productividad en hasta un 40% y aumentaron las ventas, a la vez que redujeron los gastos de electricidad y de tinta y papel, entre otros.

En Estados Unidos y Alemania también son las empresas las que han estado impulsando la reducción horaria, cada una con sus diferencias, como la estadounidense Basecamp, que lo hace solo durante el verano.

Qué pasa en la Argentina

En la Argentina, donde el tope de horas de trabajo a la semana es de 48 horas, hay dos proyectos para reducir la jornada laboral.

Uno es el de la diputada del Frente de Todos y dirigente de la Asociación Bancaria Claudia Ormaechea, que propone una jornada máxima de 6 horas y un tope de 36 horas semanales, y el del legislador y secretario general de la CTA, Hugo Yasky, que propone una semana laboral un máximo de 8 horas diarias y no más de cuarenta horas semanales.