El pueblo del sur italiano que paga con billetes con la imagen de Maradona y el alcalde rebelde que sueña con la independencia
En una colina de Molise, la provincia más joven e ignorada de Italia, se sostiene Castellino del Biferno, una comuna de seiscientos habitantes. El alcalde Enrico Fratangelo acuñó en 2020 una moneda paralela al euro para ayudar a las economías familiares afectadas por el coronavirus. La historia del síndico que era hincha de la Juventus y que ahora quiere ser “el Maradona de los alcaldes”
Está parado sobre flores blancas y azules. Tiene el pie derecho adelantado y el talón del izquierdo despegado del suelo. Es esbelto y alto: mide dos metros, treinta y cinco centímetros más que su musa. Tiene cejas tupidas y no sonríe. La melena de rulos, patrimonio de su juventud, devela la identidad de la obra: conserva el peinado de sus tiempos dorados. Ambos brazos lucen extendidos y alzados. La estatua es muda, pero sus dedos hablan. La mano derecha recrea la “V” de la victoria y en la mano izquierda, el índice es el único dedo erguido: emula el número uno. Una bandera atada en su cadera cubre sus partes íntimas. No siempre: a veces, como en el festejo de su cumpleaños, viste un pantalón celeste y una remera que retrata el acta de nacimiento. La ilustración dice: “Certifico que el folio 140 bajo el número 1477 del libro de nacimientos del año 1960 de la oficina del Policlínico Lanús se encuentra labrada el acta de nacimiento de Diego Armando ocurrido el día 30 del mes de octubre del año 1960 a la hora 7:00. Lugar de nacimiento: Lanús. Sexo masculino. Hijo de Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco”.
Una escultura de Maradona vigila desde un altar que cuelga de una colina. Está acompañado por una figura de Venus. Al lugar lo decoran columnas griegas, estatuas de otros dioses y piezas de querubines. La esfinge de Maradona de yeso y arcilla integra el mobiliario ornamental de Olympo, morada de los dioses griegos por definición pero allí un club con piscina y restaurante que adapta su estructura a los accidentes geográficos del sur italiano, aprovecha las variaciones topográficas que se desprenden de la cadena montañosa de los Apeninos, la espina dorsal de la península, para tener sobre un perfil una pared natural y sobre el otro, un vasto paisaje de las formaciones geomorfológicas de Molise, la segunda región más pequeña y menos poblada de Italia.
Hay una escultura de Maradona que vigila desde un altar la panorámica de Molise. No es casual ni antojadizo que constituya el elenco de deidades en esa suerte de panteón del sur italiano. La región se posa a setecientos metros sobre el nivel del mar, se ubica doscientos kilómetros al sureste de Roma, cien al este de Nápoles y cuarenta al oeste de la costa adriática. Está donde no hay nada, solo montes y un rencor enquistado. Molise es chico, joven, pobre, ignorado, olvidado. Concentra la referencia de la Italia profunda, aquellas serranías con rasgos de pureza y signos de autenticidad, lo que el turismo de masas aún no pervierte. Su población, una de las menos densas del país, padece un vacío generacional. Escasean habitantes en edad activa, prevalecen los jubilados y los estudiantes. Hay quienes dicen, con sorna y malicia, que Molise, en verdad, no existe. La provincia se volvió hashtag y meme.
Enrico Fratangelo es un hijo de Campobasso, la capital de Molise. Estudió en el Istituto Professionale per il Commercio “Vincenzo Cuoco” y se graduó como enfermero en la Azienda Sanitaria Regionale del Molise. Tiene 53 años. Es enfermero y es alcalde. Asumió la dirección de la comuna de Castellino del Biferno, un pueblo de poco más de seiscientos habitantes que hace equilibrio sobre las ondulaciones geográficas de los Apeninos, en 1997. Lo conocen como “el pueblo que se mueve” por sostenerse sobre corrimientos de tierra en una zona de riesgo hidrogeológico. En 2002, una serie de terremotos golpearon la región: hubo tres mil desplazados y decenas de muertes. Las cicatrices y los esfuerzos de reconstrucción aún persisten.
Calles, callejones, escaleras, pasajes, pasadizos, callejones, pendientes, todas arterias mínimas con veredas angostas y casas con techos a dos aguas amontonadas a diferentes niveles. Sintetiza el cliché de los pueblos del sur: descansa sobre colinas, como feudos, y distribuye en su casco histórico una plaza, una estatua del Padre Pío, una iglesia y un bar. No hay más que montes y un rencor enquistado. Castellino del Biferno inspira un semblante de paz y encanto, y conserva una tensión independentista: conviven, en su piel y en sus deseos, mensajes y símbolos de insurgencia. El movimiento político “Insorgenza Civile” (Insurgencia Civil) gobierna desde hace décadas la comuna. La inscripción “sur rebelde” y el mapa de Italia sin el norte aparece en paredes, en vehículos, en boletines institucionales.
A quinientos metros del centro neurálgico, unida por la calle delle Grazie, el club Olympo, corazón de la vida activa del pueblo en la temporada estival, cuando los hijos adultos vuelven a pasar las vacaciones de verano. El 30 de octubre de 2021 celebraron allí un cumpleaños. El agasajado no asistió, no estaba. Diego Armando Maradona había muerto once meses antes, el 25 de noviembre de 2020. El pueblo molisano festejó el 61° aniversario de su nacimiento con la revelación de la estatua “Diego viviente” en el olimpo del club homónimo y con el lanzamiento de Merid10s, la aplicación digital de la comuna -como define el intendente “un reino sin rey” y “una nación virtual nacida en Castellino con capital en Nápoles”- donde el propósito es “renovar la alianza confederal y consolidar su cohesión interna, para fortalecer la libertad y la democracia, la independencia y la paz, en un espíritu de solidaridad y apertura al mundo”.
La ceremonia empezó a las once y media de la mañana. El programa consistía en otorgarle la ciudadanía honoraria póstuma al astro argentino, bendecirlo en santa misa e iniciar una procesión para el descubrimiento de su figura esbelta y de rulos como en sus años mozos. El cumpleaños terminó de noche con música y fiesta, como lo hubiese querido él. Desde el panteón elevado, la escultura de Maradona recién inaugurada, vestida con pantalón celeste y una remera estampada con su certificado de nacimiento, vigilaba el festejo.
“Así como hay un antes y un después de Jesucristo, en el sur de Italia y en el sur del mundo hay un antes y un después de Maradona”, firma el síndico. Lo entendió tarde, de adulto. Fratangelo era hincha de la Juventus. Se fue a trabajar cerca de Milán. Duró tres años, lo que fue capaz de tolerar. “Tuve la oportunidad de comprender de primera mano la poca estima que nos tiene la gente del norte, llamándonos ‘terroni’ en sentido despectivo”, grafica. Los “terroni” son los oriundos de la Italia meridional y supone una connotación peyorativa proferida por los ciudadanos de la alta Italia, la septentrional. Es la definición que utilizan para denostarlos: “terroni” deriva de “terra” (tierra en italiano), lo que sobraba en el sur a diferencia del desarrollo industrial del norte.
Fratangelo volvió distinto a sus raíces. Era 1990. “Maradona jugaba en el Napoli y le ganaba a los fuertes equipos del norte, lo que me llenaba de orgullo. Maradona no sólo arrastraba al Napoli, sino a Nápoles y a toda Napolitania, devolviéndonos a todos ese orgullo tan dañado con la unificación de Italia”, dice. Napolitana es el Reino de Nápoles, aquel territorio ocupado desde el siglo XII y que perdió su autonomía bajo la dinastía Borbón-Dos Sicilias, cuando en 1861 fue incorporado a la Italia unificada: la causa de todos los males según el alcalde. “Los jóvenes de aquí saben ahora cómo es la bandera borbónica y empiezan a entender que Garibaldi no era ese gran héroe, que 1.000 soldados nunca podrían haber vencido a un ejército de 27.000 hombres feroces”, sentenció en diálogo con El País de España.
Dice que en el pueblo el héroe no es Giuseppe Garibaldi, líder nacionalista y artífice de la unificación de Italia, sino Maradona, el responsable de su regreso. “Maradona hizo que el sur volviera a levantar la cabeza y tomara conciencia de que puede lograrlo. Es precisamente ese estado mental positivo que nos inculcó lo que me empujó a volver a casa”, explica. Se convirtió en intendente en 1997. Su gestión se interrumpió entre 2012 y 2017. Seguirá en el cargo hasta 2027. Cuando en 2022 fue reelegido con 197 votos, dijo que quería ser “el Maradona de los alcaldes”. “Castellino del Biferno -define- es una pequeña ciudad con mucha historia, antirrepublicana, situada en la región de Sannio, un pueblo con uno de los PIB per cápita más bajos de Europa, muy apegado a sus orígenes, tradiciones e historia, incluyendo el Pizzichento, la hermosa torre humana que camina, canta y gira sobre sí misma. ¡Es única en el mundo!”.
En junio de 2020, en plena pandemia por coronavirus, Fratangelo impulsó una acción financiera transgresora. Introdujo en la economía del ayuntamiento una moneda paralela al euro: los ducados. “La moneda que he fabricado es complementaria del euro como contravalor para la compra de bienes y servicios. Cualquiera puede comprarla en la ventanilla municipal y sólo puede gastarse en los comercios adheridos, que comunican las cantidades recaudadas al ayuntamiento si no las hacen circular. Esto está regulado por la normativa municipal”, detalla el síndico.
Nació con el propósito de fomentar la actividad económica deprimida por los efectos de la pandemia. Los comerciantes aceptaron la iniciativa con la condición de cambiar 850 ducados por mil euros. “Estudié las teorías del profesor Giacinto Auriti y me instruí, empezando por el mayor fraude del mundo decidido en Bretton Woods en 1943. Auriti creó la primera moneda alternativa y la llamó simec. Revisé los puntos débiles y corregí los procesos que no funcionaban”, dice Fratangelo. Auriti había inventado una moneda propia meses antes de que el primero de enero de 2002, el euro condensara el mayor cambio de divisas de la historia. Lo hizo en Guardiagrele, a apenas sesenta kilómetros al norte de Castellino del Biferno, para robarle el monopolio de la emisión monetaria al banco central.
El simec fue un experimento exiguo. Más que imponer una nueva moneda, Auriti quería demostrar que los ciudadanos podían concebir un bien metálico sin intervención del gobierno ni arbitrado por el sistema bancario. “Entre los bancos centrales y yo hay una lucha a muerte, sin términos medios”, decía. Fratangelo tomó esa inspiración y remendó los valores: el municipio acuña el dinero, los ciudadanos llenan un formulario para acceder a la ayuda, las autoridades evalúan la solicitud y proporcionan montos en virtud al nivel de ingresos, los beneficiarios compran bienes en los mercados de la comuna y los comerciantes pueden cambiar los ducados por euros.
“Cuando creamos el ducado, como billete y como moneda, el Primer Ministro Giuseppe Conte quería abolir el efectivo y a mí no me pareció bien, sobre todo para las personas mayores que son objeto de fraudes y engaños con las tarjetas de crédito”, describe el alcalde. Los billetes son de papel plastificado lavable para combatir, por entonces, la propagación del virus. Las ilustraciones eran santos a quienes pedirles protección por la pandemia. Pero el 25 de noviembre de 2020 marcó un quiebre.
“Con el asesinato de Maradona -Fratangelo no dice muerte-, las cosas cambiaron porque era y sigue siendo un icono del mundo latino y, por tanto, del humanismo, que siempre ha luchado contra los poderes del capitalismo y del neoliberalismo ligado a la globalización de los ingresos pero no de los derechos de los pueblos oprimidos”. El alcalde decidió inmortalizar sus momentos de gloria en el dinero. La moneda de dos ducados retrata la imagen de Maradona durante el himno de la final del Mundial de 1986. La moneda de diez ducados tiene el valor envuelto en la palabra dios, el sol de la bandera argentina, la fotografía del pueblo en la colina, el rostro del futbolista con una corona, dos halos de laureles y el término Merid10s, un concepto que además de darle nombre al instagram del síndico y a la plataforma virtual del pueblo, mezcla la divinidad con el número maradoniano y el meridionalismo, la ideología que representa las causas sociales del sur de Italia.
Los billetes -de cinco, diez, veinte, cincuenta y cien- ilustran a Maradona con la copa UEFA de 1989 y al reverso la pileta del club Olympo; Maradona en el templo dedicado a su memoria y al reverso el Pizzichento, la torre humana que se mueve; Maradona en un festejo de gol, y al reverso una fotografía del alcalde mirándose al espejo (“una provocación a la minoría”, describió); Maradona con la copa del mundo, y al reverso el gabinete de la comuna; Maradona y la mano de dios, y al reverso la bandera argentina. En todos se repiten los escudos comunales y provinciales, la leyenda “sur rebelde” y la frase “municipio del Florido y Pacífico Antiguo Reino de Nápoles, condado de Molise, tierra de Trabajo y de patriotas llamados Briganti. Desde 1861 tierra de paro y emigración”.
Fratangelo presume de su idea: “Hoy Maradona es el único futbolista del mundo representado en toda una serie de billetes, ni siquiera Argentina le ha dedicado una sola moneda”. Dice que se siente más argentino que italiano, que hoy también es campeón del mundo, que su conversión futbolera -de ser tifosi de la Juventus a sentirse napolitano- es otro milagro maradoniano, que espera conocer a familiares del astro argentino y que muchos visitantes prefieren comprar los billetes antes que gastarlos.
En su despacho -grafica el artículo publicado por el medio español-, se acumulan notificaciones judiciales relativas a denuncias por abuso de funciones, omisión o falsificación ideológica. Fratangelo las minimiza: dice que resultó absuelto de todas las acusaciones porque según el Banco de Italia el ducado sencillamente “no existe”. Como el meme que satiriza a la región Molise y que, en verdad, constituye una marca turística: la promoción de un lugar que no existe y en el que seiscientas habitantes de un pueblito guardan en sus bolsillos dinero con la imagen de Maradona.